-¡Qué alegría por fin le bajan el suelo a los funcionarios!-
-Ya era hora de que les llegara la crisis a estos privilegiados que están todos los días vagueando y que tienen asegurado vitaliciamente su futuro y el de su familia-
-¡Qué los echen a la calle!-
-Ya vale tanta tomadura de pelo, de esos vagos-.
Éstas son algunas de las expresiones que he podido oír recientemente en varios ámbitos, incluidos internet. No dudo de que estas afirmaciones, aunque me duela –soy funcionario- son razonables e incluso acertadas en determinados casos concretos y que desde luego no le faltará disculpa, al menos por mi parte, si la persona que así se manifiesta tiene una familia que depende de él, ha perdido su trabajo y está obligado a colocarse periódicamente en la cola del paro.
Sin embargo creo que la bajada de sueldo a los funcionarios afecta por igual a todos. Los funcionarios somos personas que contamos con un sueldo normal y que vivimos en una gris estabilidad, lo cual no deja de suponer un confortable cobijo para lo que pueda pasar; esto supone que no nos hacemos ricos nunca, aunque a cambio siempre cobramos prácticamente lo mismo, de manera que sabemos con bastante certeza cual es nuestra capacidad económica durante casi toda nuestra vida, así podemos calcular el piso o coche que nos podemos comprar y prever con bastante acierto el resto de nuestros gastos. Por lo mencionado me aventuro a prever que la bajada de sueldo va a repercutir de manera casi automática en el consumo; así, los funcionarios es muy posible que estiren un poco más la ropa del año pasado e incluso que reciclen prendas de años atrás, que se lancen en masa a comprar marcas blancas en el supermercado, a dejar de comprar determinados artículos prescindibles, a reducir en la medida de lo posible la utilización de los taxis, a dejar el gimnasio, a controlar sus gastos en bares y restaurantes e incluso que acorten o se queden sin vacaciones.
Apretándonos el cinturón, sin ninguna duda, rebajamos el consumo, pero no nos queda más remedio; y, a medio-largo plazo, esta dieta duramente impuesta va a producir un lógico "efecto domino" afectando de pleno a todos los trabajadores.
Sinceramente pienso que ZP no es culpable de la crisis, pero las medidas que está adoptando, entre ellas concretamente las de bajar el sueldo a los funcionarios a la que me refiero en este artículo, considero que no sólo no son las más adecuadas, sino que son nefastas y claramente perjudiciales; ni siquiera parece haberse planteado, algo que es evidentemente necesario en este país, una revolucionaria reforma de las administraciones públicas, reduciéndolas y adaptándolas a lo estrictamente necesario.
No cabe duda de que no dejo de reconocer que la bajada de sueldo me cabrea; pero, me he propuesto no sólo cumplir con mi trabajo de funcionario en la misma medida que lo hacía anteriormente sino que pretendo servir a los ciudadanos con todavía más fuerza e interés, si cabe, de cómo lo hacía anteriormente. Estos malos y mediocres políticos nos pueden bajar el sueldo a los funcionarios; pero nunca nos quitaran ni nuestros conocimientos técnicos, ni nuestra profesionalidad.