viernes, 18 de diciembre de 2009

MAL DÍA PARA PESCAR: UNA PELÍCULA ORIGINAL

He de reconocer que esta película uruguaya, de coproducción española y que está basada en un cuento de Onetti titulado “Jacob y el otro”, la descubrí y vi por mera casualidad; me quedaba una entrada gratis que me iba a caducar y por descarte la elegí entre otras pocas películas que todavía me convencían menos, siendo consciente que me arriesgaba a comerme un tostonazo; con este ánimo saque la entrada y entré en la sala de reproducción; sin embargo, me sorprendió la originalidad de la historia y la forma en la que es presentada.

La historia es simple Príncipe Orsini y Jacob Van Oppen van recorriendo diferentes pueblos de Sudamérica, ofreciendo mil dólares al que sea capaz de ganar al segundo; hasta que llegan a Santa María, el pueblo en el que vive un gigante al que todos llaman “El Turco” y cuya novia está empeñada en que éste luche contra Jacob con la finalidad de conseguir el premio y así poder casarse.

El argumento presenta inicialmente una historia de picaros, protagonizada por una pareja, en la que los roles están claramente determinados, uno aporta la inteligencia y el otro la fuerza; Jacob aparece como un forzudo sometido a Príncipe, siendo este último el que decide y determina el futuro de ambos. Príncipe realiza astutamente los preparativos de promoción del combate, a la que vez que ejerce continuamente como pícaro, o al menos lo intenta, mientras tanto Jacob va cumpliendo con cierto desorden el papel que le ha sido asignado; sin embargo, conforme se desenvuelve el argumento van desinflándose poco a poco las apariencias iniciales, mostrando al espectador la auténtica relación existente entre ellos y sus debilidades, describiendo a unos protagonistas cada vez más vulnerables.

A modo de moraleja creo que es importante la profesionalidad con la que desarrollan Principe y Jacob su actividad en el ejercicio de sus atípicos roles, haciendo suya la máxima “zapatero a tus zapatos”; la influencia que las habladurías pueden llegar a causar en las personas, despertando miedo en unos y ambición en otros; y, por supuesto, la importancia de observar y analizar al posible enemigo, como medio más efectivo para la victoria.