lunes, 11 de mayo de 2009

VIAJAR ES UN PLACER


La verdad es que no soy una persona especialmente viajera, soy bastante sedentario y me da muchísima pereza salir de mi entorno; aunque he de reconocer que la mayoría de las veces me he quedado satisfecho de coger las maletas. Algunos amigos míos me han contado experiencias que han vivido en países lejanos: J. en Canadá patinaba en un lago helado, J. y G. vivían en una casa en el bosque en Finlandia se daban saunas y seguidamente salían en paños menores a la nieve, C. y J. viven en Australia y unos vecinos suyos tienen un koala en su jardín.
Los nombrados anteriormente han estado viviendo en países lejanos y realmente han conocido a fondo estas culturas tan diferentes a la nuestra, realmente es así como se llega a conocer otros países, regiones o ciudades; cuando se va de vacaciones, uno no pasa de ser un mero turista y lo que percibe del sitio es como una especie de resumen de una gran novela, suele ser un conocimiento rápido, destacando aquello más importante y sobre todo aquello que les interesa a los del lugar que descubras. De todas maneras desplazar tu vida a otro mundo, también tiene otros problemas como dejar en tu casa a tu familia y amigos, tener que empezar de cero en otro sitio, adaptarte; es curioso como abundan las peñas sorianas, las casas andaluzas y los bares gallegos por toda la geografía nacional . Recuerdo la especial ilusión que sentía cuando no paraba de encontrarme vírgenes del Pilar por Perú y cuando descubrí la Casa Aragonesa cerca de la plaza de La Libertad, en cierta ciudad catalana.

Las vacaciones son limitadas en el tiempo, algunos viajes planeados, tour o cruceros, te permiten ver muchísimos sitios, es una cosa impresionante a veces incluso los de la agencia te dicen – fíjate la de sitios que vais a ver en una semana- . La verdad es que luego cumplen su promesa, no vayas a reclamarles, llegas a casa con un fajo enorme de fotografías, bueno ahora con varios gigas llenos de fotos, que te permiten luego, a poca memoria que tengas, o buenos libros, o folletos que hayas comprado, hacer unas sensacionales sesiones de fotos y vídeos con los amigos y familiares; lo malo es que te pasas el viaje con Manolo y Purita, los Srs. De Murcia tan simpáticos, Juanita y María las de Madrid que todos sospechábamos que tenían algo más que amistad y con el simpático y amable de Roque que nos lleva a todos sitios y siempre parece estar de broma; aunque un tanto estresantes no dejan de ser divertidos este tipo de viajes.

A mi me gusta vivir más los sitios, me va más el rollo de recordar aquella plaza que íbamos o aquel puente que pasábamos, aunque a veces suponga estar más días en la misma ciudad y como consecuencia visitar menos; no te libras de ser un turista y te siguen viendo como tal, incluso en ocasiones puede ser peligroso que te acerques a los lugareños, pero, así puedes conocer un poco más a fondo los sitios, vivirlos.

Descubrir los rincones poco a poco es gratificante auque es notablemente practico haber comprado previamente una guía del sitio en cuestión; esto te permite seleccionar y ordenar las visitas, ahorrar en trasporte, evitar excursiones súper-turísticas e incluso seleccionar los restaurantes más apropiados. Si tienes la suerte de conocer a alguien, mejor que mejor, sobre todo si te lleva con sus amigos, no vas a pasar nunca de ser un mero invitado, pero, seguramente se esforzaran en indicarte sitios bonitos a los que ir, aunque no haya nada que puedan venderte.

En otras ocasiones he practicado turismo en mi propia ciudad, descubriendo lugares maravillosos. Uno de los que más me impacto fue el Intituto Pere Mata de Reus, un palacio que fue utilizado a finales del siglo XIX como sanatorio mental de personas adineradas; allí vivían éstas en habitaciones pintadas con motivos vegetales, cada una diferente a las demás y decoradas con muebles de madera maciza de estilo modernistas con formas gaudinianas; los criados dormían en una habitación de al lado mucho más modesta y con una ventanita por la que poder observar a su señor; el comedor era grande, en él se comía a la carta y en la parte de arriba una banda de músicos amenizaba las comidas; el jardín debía de ser precioso me llamo la atención que no había vallas, supuse que el tiempo las había hecho desaparecer, sin embargo me explicaron que el palacio y el jardín estaban elevados para que los internos no tuvieran la sensación de estar encerrados, las vallas estaban abajo no se podían ver desde allí.

En ocasiones determinados sitios me han gustado y me gustan tanto que incluso he acostumbrado y acostumbro repetidamente a visitarlos, seguramente de manera inconscientemente, como si me sintiera privilegiado de tener tan cerca lugares tan maravillosos y fuera un lujo poder tenerlos tan accesibles.