Los jueces y fiscales sustitutos son personas, licenciadas o doctoras en derecho, que desempeñan funciones de juez o fiscal, de manera transitoria, en periodos en los que por alguna razón se quedan las plazas sin cubrir por los titulares; no son jueces o fiscales, son sustitutos de éstos.
Realmente hay que reconocer que esta figura hoy por hoy es necesaria en España, el problema es la regulación de la misma, sobre todo en lo referente al control y proceso de selección. Por un lado se trata de personas que desempeñan sus funciones interinamente, que no tienen su puesto asegurado; por otro, se trata de un grupo totalmente heterogéneo, hay sustitutos más o menos preparados, otros son auténticos históricos que van enlazando una sustitución con otra, los que han ido a parar a juzgados a los que no quieren ir los titulares destinados y personas que por casualidad son llamadas puntualmente para desempeñar estos cargos. No se puede fijar por tanto un denominador común en el perfil del sustituto, pero si que se puede analizar los casos concretos y llegar a una valoración de la forma en la que desempeñan sus funciones.
No estoy ni mucho menos en contra de ellos, a mi no me importaría que muchos de ellos, fueran nombrados titulares, aunque no tuvieran aprobada la oposición y sólo porque con ello mejoraría la justicia, que es realmente lo que importa. Pero, en algunas ocasiones les he visto hacer autenticas barbaries, también se las he visto a algunos titulares; cuando digo barbaries, me refiero a cometer importantes errores, a trabajar alarmadamente lentos, a no tramitar un procedimiento conforme prevé la ley, a dejar escapar a sospechosos o pruebas esenciales para el procedimiento; que quede claro que el problema, no es de falta de honradez, ni mucho menos, sino más bien de capacidad para realizar el trabajo.
Realmente hay que reconocer que esta figura hoy por hoy es necesaria en España, el problema es la regulación de la misma, sobre todo en lo referente al control y proceso de selección. Por un lado se trata de personas que desempeñan sus funciones interinamente, que no tienen su puesto asegurado; por otro, se trata de un grupo totalmente heterogéneo, hay sustitutos más o menos preparados, otros son auténticos históricos que van enlazando una sustitución con otra, los que han ido a parar a juzgados a los que no quieren ir los titulares destinados y personas que por casualidad son llamadas puntualmente para desempeñar estos cargos. No se puede fijar por tanto un denominador común en el perfil del sustituto, pero si que se puede analizar los casos concretos y llegar a una valoración de la forma en la que desempeñan sus funciones.
No estoy ni mucho menos en contra de ellos, a mi no me importaría que muchos de ellos, fueran nombrados titulares, aunque no tuvieran aprobada la oposición y sólo porque con ello mejoraría la justicia, que es realmente lo que importa. Pero, en algunas ocasiones les he visto hacer autenticas barbaries, también se las he visto a algunos titulares; cuando digo barbaries, me refiero a cometer importantes errores, a trabajar alarmadamente lentos, a no tramitar un procedimiento conforme prevé la ley, a dejar escapar a sospechosos o pruebas esenciales para el procedimiento; que quede claro que el problema, no es de falta de honradez, ni mucho menos, sino más bien de capacidad para realizar el trabajo.
En España, un juez o fiscal sustituto, tiene las mismas funciones que un titular y cobra igual (salvo ciertos conceptos); puede estar incluso de magistrado suplente en una Audiencia Provincial y revocar la sentencia de un juez titular o incluso de un magistrado con más de treinta años de carrera. La mayoría de los mejores sustitutos, los ha habido magníficos y los hay, dejan de serlo porque como cualquier persona suelen buscar una seguridad y terminan aprobando una oposición o trabajando en el sector privado; muchos de los que se quedan son los bárbaros de la justicia, a los que me he referido anteriormente. Desde luego hay excepciones gente a la que admiro y con los que he aprendido mucho, ellos son personas que probablemente sigan siendo sustitutos muchos años, porque son leales a su trabajo, porque tienen un prestigio, con sus jefes y compañeros, y su trabajo es lo primero.
Habría que analizar el proceso de selección de los sustitutos, ahora está regulado por unas reglas objetivas; en Cataluña, uno de sitios dónde hay más sustitutos, una persona licenciada en derecho con el título de catalán tiene prácticamente asegurada su vida como bárbaro de la justicia; mientras cada concurso decenas de jueces y fiscales titulares se van de esta comunidad, porque no saben el idioma.
Uno de los problemas principales de la justicia en España es que no tiene profesionales suficientes; la solución sería crear nuevas plazas y formar jueces y fiscales masivamente, seguramente sería lo ideal; pero, por el momento no me parece que sea lo oportuno, sobre todo en estos tiempos de crisis, creo que actualmente es más lógico gastar dinero en sanidad, en levantar la economía del país o en ayudar a las pobres familias en paro. La solución está en la optimización de los recursos; en la justicia existen muchas posibilidades de simplificar el trabajo diario. Se me ocurren diferentes medidas: supresión de los juicios de faltas, creando una especie de justicia municipal; incremento en la utilización de las videoconferencias incluso para la celebración de juicios y comparecencias (ya se realiza en algunos territorios); habitualidad en el envío por correo electrónico de los atestados; supresión de la comparecencia en las ordenes de protección; supresión, salvo excepción, de las vistas civiles, volviendo a un sistema escrito en la jurisdicción civil; flexibilización del proceso de menores y conversión a un sistema regido por un nuevo cuerpo de funcionarios; que el Registro Civil saliera de los Juzgados para ser llevados por otro nuevo cuerpo de funcionarios; aumento de las funciones de los Secretarios Judiciales; informatización de la oficina judicial, con sistemas de ágil y rápida gestión, que eviten tener que registrar varias veces los procedimientos. Podría darse preferencia a los hoy sustitutos para que fueran integrados en alguno de estos nuevos cuerpos, desempeñando nuevas funciones y con una remuneración acorde a las mismas; dándoles estabilidad y lo que es más importante seguridad a ellos y a sus familias.
Realmente, cuando oigo a alguien expresiones como “ya sabes como está la justicia”, siento una rabiosa furia en mi interior; pero, lo triste es que esta vieja máquina que es la justicia española, funciona como un antiguo cacharro y es difícil de arreglar, es necesario cambiar muchas piezas para que funcione correctamente.
No obstante y a pesar de lo más arriba mencionado y a las noticias de los periódicos, la justicia española mantiene un alto grado de ingenuidad; hay muchos jueces y fiscales, también sustitutos, que creen en el ideal de justicia y que trabajan dándolo todo, que les duele en sus entrañas cada vez que se equivocan y cada vez que ven alguna atrocidad cometida por los bárbaros del derecho, el problema es más de acumulación de trabajo, de desorden o de ignorancia, pese a todo la justicia española es limpia.