miércoles, 18 de noviembre de 2009

BUSCANDO A BENJAMÍN BUTTON


Hace poco he visto la película, la verdad es que no me parece que sea una obra maestra pero no está mal y digo todo esto a pesar de que si no me equivoco estuvo nominada en los Oscars de su año a la mejor película y ganó dos o tres oscar. Este verano he leído el cuento de F.S. Fitzgerald (uno de los escritores que mejor describieron la vida del sur de los Estados Unidos de principio del siglo pasado) en el que se inspira la película, aunque al margen de que en ambos casos el protagonista vive su vida al revés, existen contundentes diferencias entre ambos. Paradójicamente el Benjamín Button de la película tiene una vida mucho más creíble y real frente al del libro cuya vida es realmente fantasiosa, más al estilo Forrest Gump. En la película Benjamín se hace amigo, en sus primeros años de vida, de un pigmeo, del que puede observar su optimismo frente a la vida y su debilidad por seducir a mujeres guapas y altas, éste no deja de decirle que es diferente a los demás y por ello pasará mucho tiempo solo, pero le hace ver que esta peculiaridad no debe de impedirle ser feliz. Conforme se desarrollaba la historia, Benjamín va descubriendo los secretos de la vida a su manera; recibiendo el cariño de su madre, padeciendo desilusiones, sufriendo derrotas, aprendiendo a hacer cosas, viviendo experiencias e incluso cumpliendo alguno de sus sueños; en cualquier caso como hacemos cada uno de nosotros; por eso las diferencias de Button respecto a los demás marcadísimas al principio de la historia se van suavizando e incluso en algunos momentos podríamos plantearnos que la anormalidad convive más en algunos de los personajes que va conociendo que en el propio Button. En cualquier caso más allá de la originalidad de la historia, ésta va más allá en cuanto a la reflexión sobre la condición de mortal del ser humano, marcado irremediablemente por un nacimiento y una muerte segura, deduciéndose de todo ello el valor del tiempo por encima de cualquier otro bien y la necesidad lógica del ser humano de aprovecharlo lo mejor posible, aunque quizá no siempre sea así.